Capítulo 33 Tranquilo, no va a morir

Cecilia lloraba con un dolor inmenso, y el médico, conmovido, se apresuró a alcanzarle unos pañuelos. En ese momento también se acercó la enfermera encargada de cuidarla. —Señora Cecilia, ¿por qué ha salido otra vez? Con su estado de salud... —Es que estoy preocupada... Respondió Cecilia, con los ojos enrojecidos. Fue entonces cuando, al parecer, reparó en la presencia de Mariana, y su voz se cortó en seco. Mariana arqueó una ceja. Intentó forzar una sonrisa hacia Cecilia, pero los músculos de su cara estaban tan tensos que, al final, desistió. En esos breves segundos de vacilación, Cecilia ya había llegado hasta ella. —¿Padre y madre... Están muy enojados? —preguntó con voz ronca—. ¿Verdad que fue por mí que... Enrique se metió en problemas? Mariana lo pensó un instante y asintió.—Sí, están bastante enojados. —Lo siento... —Cecilia bajó la mirada—. No pensé que las cosas llegarían a esto. Solo me sentía mal y quería salir a beber... Al ver que Cecilia estaba a punto de romper a llorar