Capítulo 36 Sin Deudas Pendientes
Después de pronunciar esa frase, Enrique se dio media vuelta y se marchó sin más.
Afuera volvió a escucharse un alboroto.
Mariana no sabía qué les había dicho Enrique.
Tampoco quería saberlo.
Se quedó de pie en el mismo lugar y, solo después de secarse por completo las lágrimas de la cara, se giró para salir.
Enrique y Cecilia ya no estaban.
La familia Cordero tampoco se veía por ningún lado.
En toda la sala solo permanecían los padres de la familia Sánchez, y en ese momento el ambiente era sumamente silencioso.
Al ver a Mariana, la señora Antonia pareció encontrar por fin un motivo para desahogarse; se levantó, la miró fijamente y dijo: —¿Qué le dijiste a Enrique hace un momento?
Mariana la sostuvo la mirada unos segundos antes de responder: —Nada importante, solo lo animé a que fuera un poco más valiente.
—¿Qué dijiste?
—Lamento no haber podido ayudar más, pero creo... Que ya no es necesario que yo haga nada.
Al terminar de hablar, Mariana le asintió con la cabeza.
Luego, se dio la v

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