Capítulo 81 Solo quiero la respuesta
En la oscuridad, Mariana tampoco alcanzaba a distinguir la expresión de Enrique, pero presentía que él arrugaba levemente la frente: su típica señal de impaciencia.
Esperó un instante más y, al ver que él seguía sin responder, simplemente se dio la vuelta y se dispuso a bajarse de la cama.
Esta vez, Enrique reaccionó rápido y la jaló de un tirón de vuelta hacia él.
—¿Qué pretendes?
—No voy a dormir en la misma cama que un mentiroso —dijo Mariana sin rodeos—. Me voy al cuarto de huéspedes.
—Mariana, con eso de llamarme mentiroso una y otra vez... ya me condenaste, ¿verdad? ¿Dónde están las pruebas?
—No necesito pruebas. De todos modos, ahora mismo estás nervioso.
Con absoluta seguridad, Mariana contestó, y Enrique no pudo evitar reír. —Mariana, ¿cómo es que antes no me había dado cuenta de que tienes un talento especial para discutir sin sentido?
—Hay muchas cosas que no sabes de mí.
Mientras respondía, Mariana intentó apartar su mano.
Pero Enrique la sujetó con más fuerza y, con voz gr

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