Capítulo 161
—Lo siento mucho, llegué tarde.
Rocío miró a Tomás mientras extendía la mano, sus dedos temblaban mientras tocaban su mejilla golpeada, sus ojos rojizos destellaban lágrimas, y su tono estaba lleno de profunda culpa y dolor.
Después de un largo rato, Tomás la soltó y se agachó frente a ella.
Dijo: —Sube, te llevaré a casa.
La voz de Tomás era especialmente tierna y firme.
Como un cálido rayo de sol en un día de invierno, iluminando su adolorido ser.
Rocío no pudo evitar extender la mano hacia esa luz, pero Tomás se giró, su mirada se tornó fría y distante.
Tomás apartó con brusquedad la mano de Rocío, sus ojos y cejas no ocultaban su disgusto.
—Rocío, ¿cómo te atreviste a enamorarte de mí?
—Realmente me das asco.
Esas frías palabras la dejaron paralizada en el lugar.
Rocío sintió un dolor punzante en el corazón, el frío volvió a invadirla por completo.
Era como si volviera a caer en aguas profundas, viendo cómo la figura que una vez la había sacado del abismo se alejaba cada vez más...

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