Capítulo 229
Al salir de la puerta de Casa López, Ana llamó al conductor para que viniera a recogerla.
El conductor, que había partido hace poco, regresó en unos minutos, haciendo una media vuelta al llegar.
Al notar que Ana llevaba una maleta, se apresuró a salir del carro para ayudarla a colocarla en el maletero.
Ana subió al carro y, a través de la ventana, observó la villa iluminada por resplandecientes luces, con una mirada que reflejaba solo vacío.
—Vamos hacia la Torre del Alba,— dijo Ana, apartando su mirada y recostándose cansada en el asiento, cerrando los ojos.
El conductor, reacio a hablar demasiado, se limitó a responder con un —Sí,— y puso en marcha el carro rápidamente para dejar el lugar.
Al escuchar el sonido del carro alejándose, doña Isabel bajó las escaleras con un semblante sombrío.
Laura, visiblemente inquieta, estaba sentada en el sofá del salón. Al ver llegar a doña Isabel, se levantó de prisa.
—Doña Isabel...
Doña Isabel, con una mirada fría y despectiva, levantó la mano y

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