Capítulo 257

—No es eso lo que quise decir. —Dijo Tomás con una expresión de impotencia al mirarla a los ojos.— Solo quiero que lo pienses otra vez, que no actúes por orgullo. Si de verdad no quieres volver conmigo a Solarena, puedo arreglar que vayas al Reino Unido. Al menos allá está Fernando, y con él cuidándote por mí, podré estar más tranquilo. —Y tu mano... Haré todo lo posible por compensarte, encontraré un médico que pueda curarte. —Añadió, con el corazón estrujado por el remordimiento al pensar en la mano derecha arruinada de Rocío.—Rocío, ¿puedes confiar en mí una vez más? Las pestañas de Rocío temblaron un poco. Instintivamente, su mano izquierda se aferró a la muñeca derecha, acariciando la cicatriz deformada. Todavía podía sentir el punzante dolor de aquel momento en que fue atravesada. Ese dolor persistente le recordaba, día y noche, que su mano estaba destruida, que su anhelado sueño nunca volvería a hacerse realidad. Su respiración se tornó agitada. Una emoción indescriptible le lle