Capítulo 286
Tomás sonrió sin decir nada y volvió a hacer una demostración para la enfermera.
Ella observó con atención y le corrigió solo dos puntos en la técnica de tejido.
Tomás aprendía con esmero y dedicación. Al ver que lo que había tejido no presentaba problemas, se levantó de la silla. Luego sacó su billetera, tomó enseguida un fajo de billetes y se lo ofreció con ambas manos.
—Muchas gracias por esta noche. Anteriormente te hice perder mucho tiempo, lo lamento pero por eso esto es tu remuneración. Muchas gracias por la lección.
La enfermera se quedó pasmada por un instante. Miró el fajo de billetes en la mano de Tomás: al menos eran trescientos dólares, casi lo que ganaba en un mes. Se levantó de inmediato y agitó las manos con apuro: —No hace falta, por favor. No seas tan formal, solo fue un pequeño favor. Guarda ese dinero.
Tomás no mostró ninguna reacción evidente.
Desde pequeño, había recibido una educación que le enseñaba que, si se pedía ayuda a alguien, si se requería que alguien hi

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