Capítulo 91
Luis acababa de salir, y Laura y Carmen se sentían aún más inquietas, incapaces de relajarse.
Doña Isabel, en cambio, no les prestó atención. Su mirada se dirigió hacia Ana:—Tú, venté mejor conmigo.
Ana obedeció dócilmente, siguiéndola mientras ambas se dirigían a la sala de descanso en el piso superior.
Una vez allí, doña Isabel ordenó a los sirvientes que las acompañaban que se retiraran, dejando a Ana sola con ella.
—Un asunto tan importante como el compromiso de Tomás, ¿por qué no me lo notificaste?
Ana bajó la mirada y esbozó una sonrisa amarga: —Mamá, usted ya lo sabe, ¿no? Desde que Luis trajo de regreso a esa mujer y a su hija, también debe saber cómo ha cambiado mi posición en la familia López. Él no lo permitió, y yo no me atreví a decírselo.
—¿Me estás culpando por no haber educado bien a mi hijo? —Doña Isabel clavó en ella una mirada afilada, con una expresión que dejaba entrever cierto descontento.
Ana no respondió.
Doña Isabel sentía un odio profundo hacia

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