Capítulo 295 Él es el verdugo
Brendan no esperó a que Charlene formara una excusa. Se puso de pie de un salto de la rabia. “¡Y lo has escondido debajo de la alfombra sin decirme una sola palabra! ¡Con tu silencio, accediste a que enviaran a Deirdre a la cárcel en tu lugar! ¿Por qué? Porque la que iba a ser protegida con este acto eras tú, ¿o no? ¡M*ldito infierno! Charlene McKinney... ¡¿Cómo puedes dormir por las noches?!”.
Se le salían las venas de la piel, pero lo peor de todo es que la llamaba por su nombre completo, como si fuera una extraña.
Charlene entró en pánico, se acercó a él y suplicó: “¡No, puedo explicarlo!”.
Brendan apartó la mano de él. De repente se dio cuenta de que ya no la conocía.
¿A quién estaba mirando?
¿Cómo podía ser tan calculadora y cruel? ¿Cómo podía siquiera pensar que los medios justifican el fin? Ya no era esa amable, inocente joven mujer quien desperdiciaría su vida para salvar a otros.
Los ojos de Charlene estaban rojos. Estaba aterrorizada y entrando en pánico mientras tiraba

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