Capítulo 257
—Te lo presto.
—...¡No puedo devolverlo!
—Te lo financio.
—...
El pulgar de Viviana jugueteaba con gracia, sintiendo un encanto fugaz, pero perpleja se sacudió de esa sensación.
¡Qué estoy pensando!
¡Solo un loco querría alcanzar la luna!
Conteniendo su temor interior, miró ansiosa las empanadas y cambió de tema con torpeza.—Eh, ¿de qué están rellenas estas empanadas? ¿De cerdo o de res? No logro distinguirlo.
David de repente soltó una carcajada irónica.
Luego, le pasó todas las empanadas que tenía en la mano.—¿No lo distingues? Están rellenas de carne de cobarde, de aquellos cobardes que fueron miedosos pero quisieron jugar, y de los cobardes que comieron pero no quisieron asumir responsabilidades.
Viviana se cubrió la cara, avergonzada.—¡Ya basta, admito mi error, está bien!
A lo lejos, tres personas observaban absortas.
No, cuatro, porque Samuel ya se había unido al combo con el desayuno.
Rosa apoyaba las manos en sus mejillas.—Esta escena es tan cálida y romántica.
Samuel, tomando

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