Capítulo 38
Un alboroto terrible sacudió la cama.
Viviana aún no había logrado levantarse cuando una mano grande presionó con fuerza su nuca.
De repente, sus labios se encontraron con su línea de mandíbula...
Sus pupilas se dilataron al instante.
La textura fina de la piel, el intenso aroma de las hormonas, cálido y fresco, de excelente calidad... El tacto, sin perder detalle, se transmitía claramente a su cerebro.
David se tensó un poco.
Soltó su mano, inclinó la cabeza hacia atrás y volvió a colocar su mano grande en la nuca de ella, inclinando un poco su cabeza hacia atrás.
Se miraron fijamente.
Una con expresión atónita y estúpida y, el otro sin expresión alguna.
No se sabe cuánto tiempo pasó, Viviana como si volviera en sí, se apresuró a retirar su mano y se levantó asustada, arreglándose apresurada el cabello y tratando de calmarse un poco: —Son las cinco y media, realmente debería levantarse.
Dicho esto, salió enseguida como si tuviera ruedas en los pies.
David se quedó sin palabras.
Perman

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