Capítulo 42
Ella contuvo por un instante la tos que quería salir.
Se cubrió la boca y se giró para correr.
David estaba a punto de empujar a Sofía cuando escuchó pasos ahogados corriendo detrás de él.
El suelo estaba alfombrado, lo cual amortiguaba un poco los sonidos al caminar, pero correr, sin importar cuán gruesa fuera la alfombra, siempre hacía algo de ruido.
Se volteó para mirar.
Ya no había nadie allí.
—¡David!
Sofía, en estado de ebriedad, le sostuvo la cara.
David, con una expresión sombría, le bajó la mano y la arrojó al sofá: —Sofía, si sigues con tantas bobadas, te tiraré definitivamente al mar.
Se frotó la barbilla con el dorso de la mano, casi besada por ella.
—Sé que dejaste de quererme por Héctor, pero ¿es mi culpa que él me quiera? ¿Así de fácil me entregas a él, sin preguntar siquiera mi opinión? —Sofía se encontraba allí, murmurando en voz baja.
David se sentó frente a ella, con un tono tranquilo y serio: —Hemos hablado de esto innumerables veces, pensé que lo habías entendido d

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