Capítulo 65 Esperando a que me pidieras ayuda
—Hermana, ¿cómo pudiste hacerme semejante mal? ¡Soy diseñadora! Si me hago daño en las manos, ¿cómo voy a trabajar después?
Almira no dudó ni un solo instante en echarme la culpa.
Tadeo, preocupado, pidió a los sirvientes de inmediato que trajeran pomada para las quemaduras, mientras me miraba furioso.
—Almi te sirvió el café porque es una persona bondadosa, ¡y tú le hiciste esta clase de cosas! ¡Serafina, eres una criatura peor que un animal! ¡Una mujer tan malvada como tú no tiene cabida en nuestra familia Pérez!
Las palabras de Tadeo fueron crueles y despiadadas. Mi padre estaba a punto de reprenderlo, pero yo ya me había levantado, tomando así mi bolso y mostrándole una mirada muy aterradora a Tadeo y Almira.
—Fue ella quien, por nervios, derramó el café, ¿qué tiene que ver conmigo? Si alguien tiene la culpa, es ella, que, por querer hacerle mal a alguien, terminó atrapada en su propia trampa.
Sin prestarle mucha atención a la expresión furiosa de Tadeo, me di la vuelta y

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