Capítulo 129
Las palabras de Ana resonaron con una fuerza que rompió el silencio.
Incluso la irritación que rodeaba a Javier pareció disiparse un poco.
No esperaba que Ana dijera algo así, tan de repente.
¿Podía gustarle?
¿Alguien podría realmente quererlo de verdad?
Las mujeres que alguna vez le dijeron que lo amaban... solo amaban su dinero.
Laura, con toda su arrogancia, decía amarlo, pero lo que amaba eran los beneficios que obtenía de él.
¿Amor? ¡Qué hipocresía! En los ojos de todos los que lo rodeaban, Javier solo había visto miedo, cautela o interés.
Quiso soltar una carcajada sarcástica, pero al mirar a Ana, el sarcasmo se le quedó atrapado en la garganta. En su mirada no había rastro de cálculo ni de temor; en esos ojos solo brillaba una esperanza sincera, como la luna reflejada en el agua: clara, temblorosa y brillante.
La burla que tenía en los labios desapareció por completo.
Levantó apenas las cejas y, mirándola con frialdad contenida, preguntó: —¿Qué es lo que quieres conseguir?
Ana l

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