Capítulo 10

Cuando María arrastraba la maleta hacia la puerta de embarque, escuchó desde lejos un alboroto. Unos hombres y mujeres de mediana edad, vestidos con ropa casual, discutían acaloradamente; sus voces eran tan agudas que parecían perforar todo el salón de espera. —¡Solo porque no compramos primera clase, por qué tenemos que pagar la diferencia ahora? —¡No me importa! ¡Estos boletos me los procesan al precio original! ¡Hoy también quiero viajar en primera clase! Muy pronto se reunió un grupo de curiosos alrededor; algunos grababan con el teléfono, otros murmuraban entre ellos. María frunció ligeramente las cejas, pero no se detuvo. Nunca le habían gustado esas escenas de alboroto; solo quería terminar los trámites y descansar cuanto antes. En ese momento, una silueta pasó por fuera de la multitud. Con el rabillo del ojo, María vio a un hombre joven: porte erguido, traje gris oscuro hecho a medida, completamente fuera de lugar entre tanta ropa informal. No levantó la voz; simplemente se inc