Capítulo 108 Indiferencia
No contestó la llamada.
No habían pasado ni dos segundos después de colgar cuando el teléfono volvió a sonar.
La voz de Angélica fue fría, sin ninguna emoción: —Me pides que no olvide quién soy, primero hazlo tú.
Caminó con pasos firmes hacia la puerta y la abrió con la clara intención de echar a alguien.
Daniel mantenía el rostro sereno, pero echó un vistazo a Martín.
Él seguía tranquilo, apoyado en el respaldo de la silla, como si no le importara lo que estaba ocurriendo.
Se levantó: —Martín, come tranquilo.
Luego se dirigió a la puerta, pero antes de salir, se detuvo y miró de reojo. —Mañana regresa a la villa, el abuelo vendrá.
Ya habían acordado antes que, a menos que don Octavio viniera, ella no regresaría a la villa.
Angélica desvió la mirada. —Entendido, después del trabajo mañana, iré allí.
Daniel la observó profundamente, sin decir nada más.
Su rostro estaba oscuro y sombrío mientras salía renuentemente y entraba en el elevador.
Cuando Blas descubrió que

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