Capítulo 115 Para que no dijeran que estábamos demasiado cerca
El auto regresó al garaje de Residencial Luna.
Angélica sacó su celular y llamó al profesor Nicolás para preguntar sobre el lanzamiento de la segunda tanda de medicamentos.
Tal vez la idea no fuera la mejor, pero como poseedora del diez por ciento de las acciones de Grupo Herrera, podía usar el dinero de los dividendos anuales para tratar la enfermedad de su madre.
Incluso había pensado que su padre ya no podría amenazarla y que la anulación de su compromiso podría concretarse pronto.
Sin embargo, Angélica sintió que, de alguna manera, estaba traicionando a don Octavio.
Se prometió a sí misma considerarlo como un abuelo querido, independientemente de si se casaba o no con la familia Herrera, tratándolo como si realmente fuera su nieta.
—Pronto, no te preocupes, señorita Angélica, en cuanto esté disponible, serás la primera en obtenerlo para tu madre.
Angélica respiró aliviada, como si ya viera la luz de la esperanza.
No pasaría mucho tiempo antes de que fuera libre.
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