Capítulo 12
Raúl miró a Paula fijamente durante mucho tiempo y, de pronto, soltó su mano, dejando escapar una risa fría. —¿Ni cuenta te diste de que tienes fiebre?
El pulgar de Raúl rozó la frente de Paula y notó que estaba ardiendo.
Solo entonces, Paula sintió un mareo repentino y el hombre frente a ella comenzó a volverse borrosa.
Instintivamente, Paula se aferró a la manga de Raúl, pero él le sujetó la muñeca con rapidez.
—No te muevas. —La voz de Raúl seguía siendo fría y firme, aunque suavizó un poco la presión.
El auto arrancó de nuevo, esta vez rumbo al hospital privado más cercano.
Paula se recostó en el asiento y su conciencia empezó a desvanecerse poco a poco.
Alcanzó a oír a Raúl hablando por celular. —Preparen antipiréticos y una intravenosa... Sí, ahora mismo.
Las luces de neón afuera de la ventana se convertían en destellos móviles, y de pronto Paula recordó aquella noche lluviosa en su vida pasada: también entonces sentía todo el cuerpo helado, estaba tendida en un charco de sangre,

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