Capítulo 64
Avery no le entregaría a nadie lo que su padre le había dejado.
No dejaría que nadie se lo quitara.
Sus palabras fueron severas, pero Elliot no solo no se asustó, sino que las encontró muy divertidas.
“¿Por qué sonríes?”, preguntó Avery al ver su sonrisa.
“Por tí”, se burló. “Eres santurrona, arrogante y estás cavando tu propia tumba”.
Avery podía obligarse a aceptar las dos primeras, pero ¿qué quería decir con que estaba cavando su propia tumba?
“¡Vuelve a tu habitación! Solo mirarte me da dolor de cabeza”.
La expresión de Elliot se volvió de enojo de repente, y su voz era grave y profunda.
“No he hecho nada. Te debe doler la cabeza porque estás enfermo”, dijo Avery con indiferencia. “¿No tienes un doctor de cabecera? ¿Debo llamarlo?”.
“¡Vete a la mi*rda!”, gruñó Elliot entre dientes chirriantes.
Avery volvió a su habitación de muy mal humor.
Cerró la computadora portátil, se acercó a la cama y se acostó.
Hacía tiempo que se había desenamorado de Cole.
Si no fuera por la

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