Capítulo 23
El boceto en el que Silvia había invertido todo un día de esfuerzo quedó hecho trizas y esparcido por el suelo.
A pesar de que intentó contenerse, no pudo ocultar la ira que le ardía en el pecho.
Su tono severo dejó a Gustavo paralizado del susto.
Pasó un buen rato antes de que reaccionara y, cuando lo hizo, el fuego de su propio enojo se avivó aún más.
Que Silvia lo ignorara ya era bastante, ¿pero ahora lo regañaba solo por un dibujo?
En sus recuerdos, aunque Silvia había sido estricta, nunca lo había reprendido de aquella manera.
—¡No me voy!
Gritó Gustavo, fuera de sí. — ¡¿Con qué derecho me echas?!
—¡Eres mi mamá, es tu obligación cuidarme! ¡Y encima me gritas...!
Cuanto más hablaba, más se enfurecía. De pronto, agarró un puñado de objetos del estante de decoración y empezó a lanzarlos al suelo sin mirar qué eran.
—¡Por no hacerme caso!
"¡Paf!"
—¡Por decir que no me quieres!
"¡Paf!"
Aunque era pequeño, cuando se enfadaba se volvía terco y explosivo; en un instante, los adornos de c

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