Capítulo 73

Silvia se ofuscó. —¿Qué más dijo? Baltasar negó con la cabeza. —Solo pidió expresamente que comieras a tu hora. Silvia llevó instintivamente la mano al vientre. ¿Qué le pasaba a Armando, que de repente tenía tiempo para preocuparse por la hora en que ella comía? ¿Acaso…? Al recordar aquella cena en la casa solariega de la familia Reyes, se preguntó si se habría delatado. Pensándolo bien, Silvia negó para sí misma. Aunque se hubiera descubierto, ese niño en su vientre sería únicamente suyo. Además, que ella comiera o no era un asunto que no le correspondía a Armando. Esperanza era una mujer experimentada; sabía lo difícil que es para una embarazada lidiar con las náuseas. Y, como en la época en que Silvia tuvo a Gustavo no pudo cuidarla. Ahora deseaba compensarle todo lo que no hizo en aquel entonces. Las criadas de la casa cocinaban de maravilla: freían, salteaban y guisaban con tal destreza que Silvia podía pasarse meses sin repetir un plato. Por la tarde. Escuela internacional biling