Capítulo 34
Aurora reaccionó instintivamente y huyó.
Juan la atrapó y, aprovechando el momento, la presionó contra la mesa.
Aurora no pudo evitar temblar; las lágrimas amenazaban con salir.
No entendía por qué Juan la trataba así.
¡Qué humillación!
Juan colocó el móvil boca abajo sobre la mesa.
Aurora no quería deberle nada, pero lo había intentado, realmente no podía hacerlo.
Los ojos de Aurora se aguaron, las lágrimas brillaban en ellos, pero aún así, mordía su labio sin hablar.
Él tuvo un momento de piedad, pero verla semi-recostada en la mesa, con el cabello desordenadamente esparcido, era demasiado tentador y dispersó su breve compasión.
Juan susurró en su oído: —¿Es esto realmente lo que deseas? ¿Qué diferencia hay con un fraude?
La dejó, se puso una bata que estaba tirada a un lado y se preparó para irse.
Aurora cerró los ojos; su comportamiento realmente era el de un intercambio sexual.
No podía ocultar su cuerpo, se abrazó a sí misma y se agachó en el suelo; con la voz temblorosa, se atre

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