Capítulo 30

—Papá, mamá. María estaba sorprendida. —¿Qué hacen aquí? Ah, papá, él es Alejandro, mi novio, el futuro padre de tu nieto. María y Alejandro se miraron, sonriendo dulcemente. Pero frente a ellos, el rostro de Luis se iba tornando cada vez más sombrío. Un sonoro bofetón cayó sobre el rostro de María. —¡Desvergonzada! Has hecho que la familia Fernández pierda toda su dignidad. —No voy a permitir que te juntes con este vago. Vuelve a casa conmigo. Sin decir más, intentó agarrar a María para llevársela a la fuerza. —¡Papá, ¿qué estás haciendo?! Alejandro no es un vago, ¡es una persona excelente! Si no fuera por la trampa de Miguel, Alejandro habría podido graduarse conmigo de la Universidad Mare Alta. María se zafó de su agarre. —Papá, no puedes creer todo lo que Miguel dice. ¿Por qué no ayudas a que le quiten la sanción a Alejandro? El padre de mi hijo debe tener un título respetable. Los ojos de Alejandro brillaron levemente, con una expresión aduladora. —Tíos, María y yo estamos sincera