Capítulo 122
Miguel entornó los ojos y dijo: —Entonces, que el jefe Diego se encargue de Xime.
Ximena frunció el ceño.
Sintió que aquellas palabras tenían un matiz extraño.
Diego, en cambio, no mostró ninguna reacción especial: —Es lo que corresponde.
Observando a Diego, con esa elegancia y corrección que lo caracterizaban.
Era casi imposible distinguir si sus intenciones eran sinceras o fingidas.
Miguel se detuvo un instante.
Volvió a lanzar una mirada a Ximena, y solo entonces se marchó por su cuenta.
Fue a buscar a Julia.
Ximena daba bastante importancia al tercer aniversario; al fin y al cabo, era una verdadera despedida. Aunque ya todo había terminado, últimamente se sentía inquieta, y estar cerca de Belén le aportaba cierta paz. Pensaba quedarse esa noche velando junto al altar.
Después de terminar las tareas y despedir a Beatriz, ya era casi el atardecer.
Lo que realmente sorprendió a Ximena fue que Diego no se hubiera marchado.
Ella se sentó frente al altar, y él permaneció a su lado. Al no

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