Capítulo 15
—No necesito quedarme, ahora bajo de la montaña. —Ximena no tenía interés en quedarse allí y estorbar.
Apenas se movió, una mano cálida y grande sujetó su muñeca, y ella miró a los ojos despreocupados de Diego.—Te quedas. Yo cambio de habitación.
Ximena frunció el ceño, justo cuando intentaba soltarse.
Diego ya había soltado su mano primero, creando intencionalmente distancia entre ellos: —Si te vas ahora, sería difícil explicárselo a la abuela.
Ximena entendió su intención, con algo de incredulidad: —¿Quieres que te cubra con Carmen?
Para manejar a doña Lorena.
¿Qué es lo que él cree que es ella?
Diego la miró fijamente, ajustándose los puños de la camisa: —Si no hubieras venido, no tendríamos este problema.
Ximena de repente sintió un nudo de frustración en el pecho.
Entonces, ¿él insinúa que ella se lo buscó?
Ella apretó los labios, poniendo una condición: —Está bien, pero la solicitud de renuncia se aprueba de inmediato.
Diego entrecerró sus ojos profundos y pareció curvar ligerame

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