Capítulo 30
Diego retiró su mirada y rápidamente dejó los utensilios sobre la mesa, levantándose mientras decía: —Tengo algo que atender, continúen sin mí.
No volvió a mirar a Ximena, subiendo las escaleras con zancadas largas.
Ximena acababa de recibir esa mirada enigmática de Diego y, por un momento, no pudo descifrar su intención, pero aun así se sentía ansiosa.
¿Cuándo planeaba Diego hablar con doña Lorena?
Ana, al lado, torció la boca y dijo: —Si Diego no tiene apetito, yo tampoco comeré.
Luego, se fue a jugar a los videojuegos.
Ximena seguía comiendo con calma; lo que otros pensaran de ella era asunto suyo.
¿Por qué debería importarle?
Después de comer.
Doña Lorena, tomando de la mano a Ximena, suspiró con resignación: —Xime, Diego es así. Sé que has sido agraviada, pero no te preocupes, siempre estaré de tu lado y no permitiré que te fallen.
Mirando la expresión preocupada de Doña Lorena, Ximena se sintió bastante mal; Doña Lorena siempre había sido buena con ella, esperando que pudieran ll

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