Capítulo 22
Elena aprendió a obedecer en el vigésimo séptimo día de su cautiverio.
Ya no se resistía, ya no hacía huelga de hambre e incluso, de vez en cuando, le sonreía a Juan.
Al principio, él estaba alerta, pero poco a poco empezó a creer que tal vez ella realmente se había resignado.
—¿Qué quieres comer hoy? —Por la mañana, Juan, ajustándose la corbata, le preguntó de pie junto a la cama.
Elena estaba recostada en la cabecera, su largo cabello caía sobre los hombros, y respondió con voz serena: —Lo que tú prepares.
Los dedos de Juan se detuvieron un instante, una leve sorpresa cruzó por sus ojos y enseguida sonrió. —De acuerdo.
Se dio la vuelta y se dirigió a la cocina, su espalda rara vez estaba tan relajada.
Elena observó cómo desaparecía su silueta por la puerta y, en cuanto se fue, levantó la manta y sacó de debajo del colchón una microcomputadora. La había robado del despacho de Juan la semana anterior.
Tecleó rápidamente, sus dedos volaban sobre el teclado.
Logró infiltrar silenciosamen

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