Capítulo 108
Las pestañas húmedas de la joven aún retenían lágrimas mientras ella inclinaba su cabeza para secarse los ojos, una sensación de dolor y asfixia la mantenía incapaz de recuperarse por largo tiempo.
—No es nada, solo fue una pesadilla.
Oscar extendió su mano para acariciar su suave y largo cabello. —¿Te sigue doliendo la pierna?
Belén bajó la cabeza y negó con ella, —Ya está mucho mejor.— Las piernas de la joven quedaban expuestas bajo la suave manta, eran rectas y esbeltas, marcadas solo por unas cicatrices pálidas de heridas ya curadas.
Oscar buscó rápidamente la pomada en la mesita de noche, se levantó y se sentó en el borde de la cama, tomando con delicadeza el tobillo de la chica, en contraste con sus propias muñecas robustas.
Belén realmente no daba mucha importancia a estas heridas. Se encogió ligeramente el pie, —Hermano, déjalo, es solo un rasguño menor, se curará en unos días.
Oscar sostuvo el tobillo que Belén intentaba retirar, —Quedarán cicatrices si no lo tratas.

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