Capítulo 167
Originalmente, Amaranta lucía una expresión de triunfo desenfrenado, pero después de recibir la bofetada de Yaritza, su rostro se llenó instantáneamente de un doloroso pesar.
—Yaritza, ¿qué he hecho para que me golpees así? ¡Yaritza, por favor, no me golpees más, realmente duele!
Yaritza no estaba dispuesta a seguir el juego de Amaranta, deseaba golpearla satisfactoriamente, idealmente desgarrando su rostro hipócrita y malévolo.
Con toda su fuerza, levantó la mano e intentó nuevamente abofetear con fuerza a Amaranta.
Sin embargo, esta vez, antes de que su mano alcanzara el rostro de Amaranta, su muñeca fue bruscamente agarrada por una mano grande y fría.
Diego.
—¡Yaritza, quién te ha dado permiso para golpear a Amaranta!
Los ojos de Diego, inicialmente fríos como el hielo, ardieron de ira al recordar cómo Yaritza había abrazado a Hernán justo debajo de su apartamento momentos antes.
—Lo he dicho antes, si te atreves a lastimar a Amaranta lo más mínimo, ¡lo pagarás mil veces! ¡Yaritza,

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