Capítulo 180
Yaritza asintió con determinación: —¡Hernán, te lo prometo! Debes recuperarte, solo así me casaré contigo. Nosotros valoramos el presente, no pensamos en el futuro.
Diego observaba a su mejor amigo tendido en un charco de sangre, con gran dolor en su corazón. Sin embargo, al oír que Yaritza quería casarse con Hernán, un incontrolable enfado se apoderó de él.
¿Por qué su mujer iba a casarse con otro hombre?
La respiración de Hernán se volvía cada vez más débil, y sus párpados casi se cerraban completamente.
Al escuchar a Yaritza gritar su nombre, Hernán logró abrir los ojos con dificultad.
Su voz era apenas un susurro, entrecortada: —Yari, ¿podrías... podrías darme un beso?
—¡Qué!
Yaritza asintió con fuerza, se inclinó hacia delante, con lágrimas en las comisuras de sus labios, y lentamente acercó su rostro a la frente de Hernán.
Ese beso, libre de cualquier deseo, era no obstante maravillosamente hermoso, tanto que los ojos de Diego se enrojecieron y sus puños se cerraron con un crujid

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