Capítulo 25
—¡Amaranta, estás loca! exclamó Yaritza, harta ya de discutir con Amaranta, y tras eso, colgó el teléfono.
Una vez colgado, el corazón de Yaritza seguía latiendo con fuerza. Sabía que, quizás, si acababa con la vida de Camila, Amaranta cumpliría su promesa y le pagaría. Anhelaba desesperadamente reunir el dinero para salvar a Daniel, pero no podía traicionar su conciencia.
Yaritza amaba a Camila, la quería desde lo más profundo de su corazón.
No era solo su ídolo, sino también una luz en su vida.
Cuando era pequeña y frágil de salud, solía ser acosada en la escuela. En una ocasión, unas compañeras la empujaron a un charco de lodo, dejándola cubierta de barro, en una situación lamentable.
Camila, que se encontraba en la escuela realizando trabajo voluntario, la vio. No tenía aires de gran estrella; con cuidado la levantó del barro. El lodo manchó su costoso vestido, pero a ella no le importó; solo le preocupaba si Yaritza sentía dolor.
Al recordar la mirada tierna y cariñosa de Camila d

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