Capítulo 87
Los ojos de Carlos eran hermosos, con pupilas oscuras.
Bajo la esquina de su ojo derecho, se destacaba un lunar rojo.
Mirarlo a los ojos siempre daba la impresión de ser absorbido por su profunda mirada, algo que hacía latir el corazón de Lucía con fuerza.
Ella desvió la vista hacia sus propios dedos.
Alberto, con un tono más suave, preguntó: —¿Ya comieron?
Andrea: —Sí, ya hemos comido.
—¿No dijeron que hoy la situación con los pacientes en el hospital estaba crítica y tal vez no regresarían?
Carlos explicó con voz serena: —Víctor se hizo cargo, nos dijo que podíamos irnos.
—Entonces quédense un rato, has trabajado duro llevando a Andi a casa.
Andrea intervino: —Quédate, aún necesito hablar contigo sobre algo.
Carlos simplemente asintió: —Está bien.
Lucía, parada al margen, no pudo evitar sentir que en ese momento Carlos y su familia parecían más unidos que nunca.
Y ella era como una espina entre ellos.
Mientras Carlos y Andrea se retiraban a la oficina, Lucía se quedó esperando en la

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