Capítulo 47
Parece que Alberto quiere demostrar sus habilidades delante de Carmen.
Recordando cómo él se ocupó de los trámites de ingreso y alta del hospital, y cómo le compró comida y bebida, Carmen no pudo evitar sonreír con ternura.
—Está bien, ¿cómo quieres hacerlo?
—Solo siéntate sin moverte, yo me encargo del resto.
Alberto levantó el teléfono, apuntando con la cámara hacia Carmen.
Su rostro, claro y resplandeciente, irradiaba bajo la luz solar filtrada.
Sus ojos brillantes reflejaban ondas como las de un lago, frías y conmovedoras, pero también llenas de ternura.
¿Qué hombre no se sentiría atraído por un rostro tan hermoso y tierno?
Alberto sintió un calor en las puntas de los dedos, su mirada ardía, su garganta se apretaba, e incluso podía oír su propio latido.
Desde su reencuentro con ella, había mantenido una actitud despreocupada.
Sabía que Carmen probablemente no lo recordaría, quería que ella conociera al nuevo Alberto y se enamorara de él, por eso se había esforzado tanto en ocultar

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