Capítulo 13

Sofía dejó a un lado el ovillo de lana. —Hace poco, esa alumna tuya quería que dirigieras otra película. ¿No estabas bastante interesado? Se acomodó el chal sobre los hombros. El tiempo había sido generoso con ella: aunque sus cabellos ya mostraban hebras plateadas, en sus cejas y en su mirada brillaba una serenidad cálida, clara y luminosa, impregnada de ternura y paz. Solo que, en lo más profundo de sus ojos, permanecía un rastro de dolor y arrepentimiento difícil de disipar. —¿No eras tú quien antes no quería que aceptara? —Antonio arqueó las cejas, como un niño travieso. "¡Vaya con Sofía, siempre con esas ocurrencias tan raras!" —En aquel entonces temía que te cansaras demasiado. —¿Y ahora ya no temes que me agote? —Antonio, inflando las mejillas y arrugando la frente parecía un osito regordete, más cómico que temible, sin pizca de intimidación. —No desvíes el tema. —Sofía entornó los ojos, fulminándolo con la mirada—. Tampoco quiero que aceptes; lo que quiero es que le eches una m