Capítulo 38

No sabía cómo Carolina había descubierto que el tema en tendencia lo había comprado él. —Por cierto, cuando me case con mi mecenas, no dejaré de invitarte. "¿Qué?" Melchor se quedó atónito por un instante y, acto seguido, soltó una risa fría. —¿Has visto acaso a algún mecenas casarse con su amante? Y además, salvo yo, ¿quién estaría dispuesto a...? Las palabras quedaron a medias; de pronto se dio cuenta de su error y se calló enseguida. Carolina alzó la mirada hacia él, sus pupilas profundas como un estanque oscuro, y completó la frase: —¿Quién estaría dispuesto a casarse con alguien como yo, una huérfana sin respaldo, sin poder ni influencia, verdad? Tenía una leve sonrisa en los labios, pero su cara estaba vacía de toda emoción; aquella calma helaba el corazón. —No es eso lo que quise decir. —Melchor arrugó la frente. ¡Ya no le pertenecía, ya no estaba bajo su control! Al tomar conciencia de ello, Melchor sintió que el pecho le dolía. Carolina siempre había tenido un carácter apacibl