Capítulo 9
En cuanto ese pensamiento cruzó por su mente, Zacarías lo desechó de inmediato.
¿Cómo podía ser posible? Maricela lo amaba con locura.
Para ella, dejar de quererlo sería incluso más doloroso que morir.
Seguramente estaba jugando al juego del tira y afloja.
Al pensar en eso, una frialdad brilló en sus ojos. No importaba lo que ella hiciera, él jamás se enamoraría de ella. En esta vida, su único y verdadero amor era y sería siempre Salvadora.
Con ese pensamiento, apartó sus divagaciones y volvió a mirar con seriedad a la mujer frente a él, su novia, pronunciando cada palabra con solemnidad.
—Salvadora, en la pobreza o en la riqueza, en la salud o en la enfermedad, estoy dispuesto a casarme contigo. Nunca te abandonaré. En esta vida y en todas las que sigan, solo tú serás mi esposa.
La declaración tan sentida hizo que los ojos de Salvadora se llenaran de lágrimas. Ella respondió con la misma pasión, abrazándolo y besándolo con fervor.
La boda transcurrió con una fluidez inesperada.
Nada d

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