Capítulo 1130
Además, ella se compró una identidad, y eso tenía que gestionarlo Pedro.
Esta adquisición no era una compra cualquiera: se trataba de aprovechar una brecha para conseguirla. Era como si, de repente, surgiera de la nada una nueva tarjeta de identidad, capaz de pasar sin problemas por todos los sistemas de control. Si esto salía a la luz, arrastraría a muchas personas, pero en ese círculo, comprar identidades era de lo más común.
Su nuevo nombre era Camila, un nombre completamente distinto.
Ella sostenía la bandeja, cubriéndose las mejillas con ambas manos mientras las lágrimas le corrían. Aquella cara, demasiado hermosa, había llamado la atención desde el primer momento en que empezó a trabajar, y ya había conocido a varios compañeros.
Alguien intentó consolarla. —Camila, no llores. Aquí que te abofeteen es algo normal. Acostúmbrate y pasará. Al fin y al cabo, se trata del señor Baltasar.
—Si no has estado aquí antes, quizá no sepas quién es el señor Baltasar. La mitad de las propiedade

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