Capítulo 115
Lorena suspiró. No podía seguir escondiéndose de por vida.
Dejó la toalla a un lado y escuchó cuando él preguntó: —¿Y esta vez, qué pasó?
Siendo sinceros, ella deseaba hablar con alguien.
—Gisela me tendió una trampa. Perdió a su hijo y dice que fui yo quien la empujó. Mi mamá quiere internarme en un psiquiátrico.
Después de decirlo, se recostó hacia atrás, con una expresión algo perdida en los ojos.
Su corazón no era de piedra. Aunque hubiera perdido la memoria, pensar en todo eso le provocaba un dolor sordo.
Pedro extendió la mano.
La tenía cerrada, y hasta las medias lunas de sus uñas eran bonitas.
Su mente divagó de inmediato, preguntándose cómo podía alguien ser perfecto hasta en los más mínimos detalles.
Justo cuando su imaginación empezaba a volar, la palma cerrada se abrió de repente, revelando un caramelo.
Combinado con el rostro impasible de Pedro, el contraste resultaba... Un oxímoron.
Todos los pensamientos negativos desaparecieron. Tomó el caramelo y sonrió un poco.
—No so

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