Capítulo 246
Entre ella e Ignacio también había muchos problemas.
Yago tenía la cabeza llena de pensamientos sobre cómo ganarse su simpatía, cómo hacer que ella le gustara. Acababa de recibir una bofetada por culpa de Lorena, así que ahora proponerle cenar juntos debería estar bien, ¿no?
Pero antes de que pudiera decir algo, Lorena ya se había recostado lentamente en la cama del hospital, con el rostro lleno de fatiga.
—Yago, estoy un poco cansada. Déjame descansar tranquila un rato, por favor.
Yago apretó los labios. —¿Entonces más tarde cenamos juntos? O si prefieres, puedo traerte algo. ¿Sabes que esta vez también se te agravó la gastritis?
Lorena ya había cerrado los ojos, y su voz sonaba débil, sin fuerzas:
—Está bien.
Yago se levantó para irse y, con mucha consideración, cerró la puerta de la habitación.
Lorena pensó que podría dormir tranquilamente una siesta, pero pronto la puerta volvió a abrirse.
Pensó que era Yago otra vez y su tono ya mostraba cierta impaciencia.
—¿Ahora qué pasa?
Pero

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