Capítulo 303
Cuando Juan salió al exterior, levantó a Josefina, que estaba sentada descansando sobre una piedra.
—Vámonos, Josefina. Ya tengo la medicina; para el dolor menstrual he conseguido veinte fórmulas en total: ocho para ti y doce para Lorena.
En su interior, no existía la idea de repartir las cosas de manera equitativa; tenía que favorecer sí o sí a Lorena.
Josefina bajó la montaña detrás de él; durante todo el trayecto, no dejó de escuchar a Juan hablar sobre las virtudes de Lorena.
Que si Lorena era guapa, que cocinaba bien, que era muy competente en el trabajo, y un largo etcétera.
Durante las dos horas de descenso, Juan no acabó de enumerar las cualidades de ella.
Josefina reflejaba ya un gran desagrado; por el camino le ofreció varios caramelos, y Juan se los comió todos.
Cuando subieron al auto, él sacó el pan que había preparado previamente y le insistió a Josefina que comiera un poco, pues aún les quedaban seis horas de viaje en auto hasta Costadorada.
Josefina dejó la bolsa de car

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