Capítulo 305
—Pedro, no pasa nada, todavía queda un tazón en la olla, lo traeré yo.
Le dolía mucho el dorso de la mano, pero eso era lo de menos.
Se giró y regresó a la cocina para traer la medicina, pero Patricia se le adelantó y entró primero.—¡No lo hagas tú! ¡Voy yo! ¡Tus manos solo ensuciarán los platos de la casa!
Lorena fue empujada hacia atrás y, cuando por fin logró detenerse, vio que Patricia ya había entrado en la cocina.
Se llevó la mano al dorso de la otra, sin moverse.
Con el rabillo del ojo miró a Pedro y lo vio observando hacia la cocina, sin saber si estaba abstraído o si le preocupaba que Patricia pudiera quemarse.
Pedro realmente trataba muy bien a Patricia.
Lorena bajó la mirada y, de repente, lo oyó preguntar: —¿Te duele?
Ella se quedó sorprendida y, de pronto, sintió hormigueo en la nariz. Rápidamente respondió: —No duele, jefe Pedro, lo siento mucho.
Patricia tenía razón; había cometido tantos errores que, ¿con qué cara podía presentarse ante Pedro?
Pedro alzó la mirada y se

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