Capítulo 638
Emilio dejó de hablar; en cuanto Silvio se ponía así de serio, era señal de que la cosa iba en serio.
Si seguía haciendo un escándalo, probablemente ni siquiera podría volver a la casa de la familia Hernández en el futuro.
Sentía un peso en el pecho, una sensación extraña y desconocida para él. Aunque todos allí lo odiaran, jamás les había dado importancia; él simplemente no los mataba, y ellos deberían estarle agradecidos por eso.
Palabras frías, insultos... nada de eso le importaba. El dueño del perro no se preocupaba por lo que hacían los perros; él no se enojaba ni se sentía mal por esas cosas.
Pero ahora, de verdad se sentía mal, hasta la corona de flores sobre su cabeza le parecía pesada.
—Silvio, tú...
Aún no había terminado de hablar cuando, de pronto, un estruendo se oyó desde fuera.
La puerta de la finca fue derribada por la fuerza y más de una decena de autos entraron a toda velocidad.
Los vehículos se detuvieron no muy lejos del jardín, y Emilio enseguida intentó colocar a

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