Capítulo 646
Estaba algo pálida y con una mano apretaba con fuerza el borde de la cama, como si quisiera romperlo.
Pedro subió desde la planta baja a las once de la noche, cuando ya casi todo el programa del banquete de cumpleaños estaba organizado.
Pensando que Lorena todavía lo esperaba en la habitación, se le dibujó una leve sonrisa en la comisura de los labios y empujó la puerta de su propio cuarto.
Llevaba mucho tiempo sin pasar la noche en la casa antigua; en realidad, tampoco le gustaba quedarse allí, porque siempre le traía recuerdos poco agradables.
Conduciendo la silla de ruedas hacia el interior, al doblar la esquina se dio cuenta de que no había nadie en la cama.
Arrugó la frente, pensando que quizá, con su mentalidad de niña, se habría ido a jugar a otro sitio.
Llamó al mayordomo, con un tono muy calmado: —¿Dónde está ella?
El mayordomo también acababa de subir y no lo sabía, así que fue a preguntar a los sirvientes.
La sirvienta, sin mostrar preocupación, respondió: —Como nadie dijo q

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