Capítulo 671
Ella conocía a Pedro; una vez que él tenía algo con alguien, aunque fuera solo por responsabilidad, no la trataría mal.
Se quitó la ropa lentamente y, justo cuando estaba a punto de quitarse la última prenda, el hombre en la cama abrió lentamente los ojos.
Los dedos de Ana se detuvieron un instante: la medicina que Raúl le había dado no era algo común, se suponía que él no debía despertar.
Ella se acercó en voz baja, y al ver el ardor en su mirada, no pudo evitar alegrarse.
—Pedro...
Bajó la cabeza para besarlo, queriendo concretar lo antes posible la relación entre ambos.
Pero él, de repente, extendió la mano y la apartó.
Ana no se lo esperaba, casi se cayó de la cama.
Respiró hondo; no sabía qué le pasaba en ese momento, así que suavizó la voz y dijo: —Pedro, ¿estás despierto? Fabián dijo que tu situación no tenía solución, que me quedara aquí para ser tu antídoto.
Dijo esto también para deslindarse de toda responsabilidad; debía dejarse una salida, hacerle saber a Pedro que no era u

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