Capítulo 808
Rubén se limpió la comisura de los labios, sin darle la menor importancia a la herida. —Yo, en cambio, quiero colaborar a largo plazo con tu estudio. Si necesitas dinero, puedes acudir a mí; si se trata de proyectos, también. Solo te pido una cosa.
Ella no dijo nada, se limitó a girarse hacia su ordenador. —Lárgate.
Rubén se inclinó hacia ella, rodeándola por detrás con ambos brazos y apoyando las manos en el otro extremo de la mesa.
—Acuéstate conmigo.
Dicho esto, intentó besarla.
Rosario por fin no pudo contenerse; levantó la mano con intención de lanzarle el expediente que tenía a un lado, pero él le sujetó la muñeca con facilidad.
Estuvo a punto de reír de la rabia. —Rubén, ¿no viste a mi marido aquel día? ¿De verdad tienes un gusto tan retorcido? ¿Incluso una mujer casada te parece atractiva? ¿No te da asco la idea de que por la mañana me acueste contigo y por la tarde con mi esposo?
Rubén le sostuvo la muñeca y la acercó a sus labios para darle un beso. —Asco, claro que me da asc

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