Capítulo 902
Las pestañas de Pedro temblaron mientras se recostaba hacia atrás.
Lorena, con suma cautela, se inclinó de inmediato y lo besó en la mejilla. —No es que me preocupe por él, solo siento curiosidad. Estos días mis recuerdos del pasado han ido despertando, pero siempre que se trata de él, me resulta muy difícil recordarlo; su rostro parece envuelto en una neblina y nunca logro verlo con claridad en mi memoria. Incluso he recordado la hacienda donde vivíamos con él y con el maestro, pero jamás consigo distinguir rostros. Solo cuando pienso en lo de Arturo y Jorge, esos recuerdos se vuelven un poco más nítidos.
Pedro señaló sus labios, y ella, entendiendo al instante, lo besó dos veces. —Entonces, ¿sabes cómo es físicamente?
Al recibir los besos, él se alegró; la comisura de sus labios se curvó. —No lo sé.
Lorena no lo podía creer. ¿Tan interesado estaba en ese supuesto hermano mayor y aun así no sabía cómo era su aspecto?
—¿Me estás mintiendo?
Pedro alzó la mirada y le pellizcó la mejilla.

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