Capítulo 77
Después de que Regina se fue, el joven médico regresó.
Alonso seguía sumido en su propia irritación; ni siquiera se molestó en atender a su gran amigo que acababa de llegar.
Roberto Hernández se quitó la bata blanca, y su aire adquirió un toque más desenfadado. Se recostó despreocupado en el sofá individual de la habitación, lanzándole varias miradas de reojo a Alonso.
Pero él no le devolvió ni una sola, aún atrapado en su propio malestar.
Roberto, sosteniendo pensativo la barbilla, lo observó y bromeó: —¿Así que esta es la chica de la que has estado enamorado en secreto tantos años? Qué raro, ¿por qué esto no me suena?
Alonso hizo cara de pocos amigos. —De niño no la conociste, por eso no te resulta familiar.
Roberto lo halló aún más extraño. —Tú y yo crecimos juntos, ¿y resulta que estabas enamorado de ella desde los siete años y por qué yo nunca la vi?
En este momento Alonso no tenía ganas de hablar de ese tema. Recordó las palabras de Regina y su mirada se ensombreció. —De ahora en

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