Capítulo 1015
Camila se estremeció. —¿Qué apelativo?
Samuel respondió: —¿En serio no lo sabes? ¿O me lo preguntas a propósito?
El corazón de Camila dio un brinco: sabía muy bien a qué palabras se refería. Se sonrojó hasta volverse escarlata. Quiso incorporarse enseguida. —¡Profesor Samuel, suéltame!
La piel de Camila, blanca con un rubor natural, era delicada. Ahora, al enrojecerse, la fina capa de vello en su rostro brillaba con mayor luminosidad, despertando un deseo irresistible de besarla con pasión, incluso de morderla con fuerza.
Samuel estrechó su brazo vigoroso con firmeza; por más que ella se debatiera, no estuvo dispuesto a soltarla, manteniéndola cautiva en su abrazo. Curvó sus labios en una sonrisa traviesa y dijo: —Camila, el profesor te hizo una pregunta y tú no respondiste. ¿Eso no es demasiado descortés?
Camila arqueó sus cejas. —Usted, siendo maestro, tiene a una alumna entre sus brazos. ¿No resulta eso aún más inapropiado?
Al ver lo aguda y mordaz que era, Samuel inclinó con rapide

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