Capítulo 113
Ahora, el señor Rodrigo estaba de pie, mientras que Raquel permanecía sentada. En teoría, él debería imponer su presencia sobre ella.
Sin embargo, Raquel, con la espalda recta y la mirada clara y serena, observaba al señor Rodrigo sin dejar entrever ninguna emoción. Su aplomo, en cambio, hacía que él pareciera menos imponente.
El señor Rodrigo titubeó: —Sí... sí, es cierto.
No, espera... ¿qué demonios estaba diciendo? Ni él mismo se entendía.
A excepción de su maestro más respetado, El Invencible, nunca nadie se había atrevido a llamarlo directamente por su nombre.
Esta pequeña novia de reemplazo realmente no tenía ni un ápice de respeto.
El señor Rodrigo quiso reprenderla: —Tú...
Pero Raquel volvió a hablar antes que él. Asintió ligeramente y dijo con calma: —Está bien, ve a dar la clase.
El señor Rodrigo se quedó helado. —...
Un momento... ¿quién era el maestro y quién el alumno aquí?
¡Ella lo estaba mandando!
Sin embargo, bajo la mirada de Raquel, su cuerpo par

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