Capítulo 206
Alberto alzó la mirada y vio una silueta esbelta y etérea. ¡Raquel había llegado!
Frunció los labios con seriedad. —¿Qué haces aquí? ¿Quién te dejó venir?
Raquel caminó hacia la sala y se detuvo frente a él.
—¡Secretario Francisco! —llamó Alberto. —Secretario Francisco, ¿dónde está la persona que te pedí que prepararas? ¿Por qué aún no ha llegado?
Silencio.
Nadie respondió.
Raquel tampoco dijo nada.
Con impaciencia, Alberto se desabrochó el primer botón de la camisa y le ordenó con voz firme: —¡Sal de aquí!
Raquel bajó la mirada, y sus largas pestañas proyectaron sombras delicadas sobre su rostro. —Entonces, me voy de verdad.
Se dio la vuelta y comenzó a marcharse.
Pero, en el segundo siguiente, una mano grande y firme se extendió hacia ella, sujetando con fuerza su delgado brazo. La voz del hombre, impregnada de furia contenida, resonó con gravedad: —¡Raquel!
Estaba tan enojado que pronunció su nombre con los dientes apretados.
Raquel giró la cabeza y, con un d

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